NOSOTROS, LOS "JOBISTAS"



En toda nuestra vida hemos andado y desandado pasos, muchos pasos. Vivimos días soleados, tormentosos, normales, extremos, fatales. Nuestra piel interior y exterior sintió caricias y besos, y rasguños, y heridas de las almas cercanas. Los ojos volvieron a asombrarse cada vez viendo paisajes diferentes. Hemos reído soles, hemos llorado mares. Hemos esperado extensiones de camino. Soñamos. Construimos y volvimos a construir. Hemos disfrutado y sufrido el silencio. El silencio sostenido, el silencio gozado, el silencio obligado, el silencio de los corderos cautivos e indefensos. Un abanico de colores de sentimientos se abre y nos damos cuenta que hemos pasado por tantos tintes diferentes. Hemos estado en el gris oscuro extrañando los amarillos, hemos estado sumidos en magentas ensordecedores deseando algo de gris.
Y ahora de nuevo cambia el escenario. Qué vendrá ahora, podríamos preguntarnos, y no nos atrevemos a decirlo en voz alta por si los enemigos nos escuchan.

Estuve pensando en esto. Siempre esperando lo que vendrá provistos de armas que hemos aprendido a forjar en toda la vida que caminamos. Esperando lo que vendrá siempre con un por si acaso, con un plan B. Con un por las dudas. Hemos tomado la costumbre de ir tras los pasos de Job. Nos hemos adecuado un Dios manipulador y desamorado que cualquier día puede amanecerse con ganas de quitarnos todo lo que nos dio para probar qué tan fieles somos. Sin querer nos hemos creído que las desgracias de Job serían las nuestras tarde o temprano. Y hemos planificado, declarado y decretado la vida basándonos en esperar el quite de todo, el dolor, la muerte. La alegría mas luminosa comienza a apagarse cuando pensamos "y ahora qué?" esperando lo peor; y ya nos perdimos mucho por basar nuestras expectativas para el futuro en el Dios de toda catástrofe y no en el Dios de toda gracia!

Pero es suficiente, ya está. Tal vez vivimos toda nuestra vida teniendo temor del disfrute pleno, de la risa sin más, del mañana. Tal vez tenemos miedo de despertar en un hospital, o de regresar a casa y no encontrarla, miedo de volver y no encontrar a nadie. Ya está, es suficiente. Hoy no esperemos lo peor. Destruyamos nuestros cimientos temerosos y construyamos lo que somos basados en el Dios de toda gracia, en el Dios que abre los cielos. En El que desea el bien pleno sus hijos. Puede que para no "caer en extremos libertinos" hayamos deshumanizado a Dios alejando nuestro propio concepto de la gracia. No temas acercarte a Él, no temas verlo como Padre. No temas ver las cosas con ojos de niño a veces, no temas la inocencia, el amar sin medida, el perdonar y que nadie lo entienda. Digo, no temas dejar crecer los rasgos del Padre en ti, las marcas del amor, las huellas de Su gracia. Dios no quiere hacer de ti un Job de la posmodernidad. Él está tan cerca y tan sencillamente... y a veces lo complicamos, verdad?


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