NECESIDADES BÁSICAS
En este mismo momento, madrugada de feriado estoy escribiendo sobre algo que me tiene pensando en estos días. Estoy pensando y viendo mi propia necesidad. Hablo de la necesidad de tener el corazón limpio. De tener el corazón sano.
Puede que esas palabras: "mi propia necesidad" hayan sonado egoístas. Pero es que si no tengo el corazón limpio y sano, no puedo funcionar correctamente hacia afuera. Sino, mis motivaciones al relacionarme con los demás, mis formas de expresión van a tener otros intereses. Sino mi "dar" siempre va a ir acompañado del "esperar a cambio" entre otras cosas. Y lo triste de el dar esperando a cambio es que nunca satisface. Nunca colma nuestras expectativas. Es una sed que no se calma.
Necesito mantener limpio el corazón. Y enfocado.
Y esta vez no lo relaciono con la simbologia bíblica -no se asusten por favor- de las vestiduras sacerdotales, ni con morir a la vieja mujer. Esta vez tiene que ver crudamente conmigo sin ejemplos ni comparaciones. Hay cosas que no nos hacen bien al alma. Necesito librarme de esas cosas precisamente, y seguir caminando preparándome para todo lo bueno que viene por delante. Tan simple como eso.
Y en realidad lo escribo porque quiero animarte a que también veas hoy tu propia necesidad si la hay. Para dejar que Dios la satisfaga y entonces ser la mejor influencia y el mejor referente para los que te rodean, pero a partir de un corazón limpio, de un corazón sano: entonces alcanzamos y marcamos la vida de otras personas sin nosotros darnos cuenta. Sin planearlo.
A veces nos ponemos tan inflexibles contra la iglesia tradicional, las costumbres y la actualidad, las maneras de hacer las cosas, a veces nos enfocamos tanto en lo de fuera, lo que rodea nuestra vida y nuestro medio, a veces estamos tan pendientes de cómo nos oyen, cómo nos ven, cómo nos leen y nos siguen que nos desenfocamos de lo principal: nuestra relación con Dios. A veces tengo la oportunidad de hablar con gente que se mueve en los medios y les pregunto: "Quitando la música, los eventos, lo que escribes, la libreta de contactos, etc... ¿Qué es lo que queda fuera de eso? Si no tuvieses nada de eso ¿Qué te quedaría para darle a Dios?" y muchas veces me responden como última instancia: "el corazón".
Cuando nos desenfocamos de lo principal es cuando nos convertimos en músicos, en periodistas, en gente que maneja los medios, en críticos, en predicadores... pero no más que eso. Nada fuera de eso. Y hay un vacío. Un vacío que uno trata de llenar con sonar bien y ser más famosos que Fulano, con "soy amigo de", con repercusiones a nuestras críticas, con bloggers que nos siguen, con mayor gente en nuestras congregaciones y edificios. Y casi nadie se da cuenta que nos desenfocamos. Al menos al principio.
Yo sentí ese vacío. Fue hace tiempo, y no lo quiero nunca más. Por eso esta necesidad de mantener el corazón limpio y enfocado.
Tal vez te suceda lo mismo; a veces extraño mis ojos limpios, capaces de ver cara a cara. Extraño mis palabras limpias, sin segundas intenciones. Extraño el silencio inexcusable e ineludible del encuentro con Dios y su perfección frente a mis desastres naturales.
