NOSOTROS Y MURPHY
Esta vez estoy escuchando a Kirk Franklin mientras escribo –lo que escribo se leerá más… elevado si escucho a Kirk en vez de mis habituales Toto, Usher, Pausini, Aleks…? Jaja-, y acabo de recordar diálogos que me dejaron pensando. Fueron al pasar entre personas que diríamos “mayores en la fe” –o sea gentes grandes y dizque experimentadas- y la Lila que aquí escribe, en momentos particularmente relajados de mi vida. Se resumen en algo así:
- Lila, y vos cómo estás? Cómo está tu corazón…? (dicho en tono de “hmmm… desconfío de esa alegría tuya”)
- Estoy… bien! La verdad que tranqui, muy tranqui y feliz. Estoy pasando un muy buen momento!
- Uh! Entonces ponete alerta. En cualquier momento se viene la prueba eh…
Otro:
- Lila, cómo estás?
- Muy bien! Muy contenta, tranquila… realmente bien. Disfrutando de la vid…
- (Interrumpiendo mi frase y en tono de advertencia) Tranquila??!! Tendrías que estar preparada, no te olvides que el enemigo está listo para atacar cuando te descuidas.
Y con el tiempo me di cuenta que estas son dos creencias muy difundidas en la vida “cristianoide” como diríamos con mi amigo Fran: 1) Si estás feliz y relajado, a continuación te va a pasar algo feo, porque Dios te va a poner a prueba. Y 2) No puedes estar feliz y tranquilo porque el diablo te va a saltar encima ni bien te relajes. En resumen: si eres cristiano no puedes disfrutar 100%, siempre deberás estar un poco alerta, un poco en guardia, un poco esperando lo malo. Ja, aquí anduvo el famoso Murphy con sus leyes: “si se cae la tostada, caerá con el lado de dulce hacia el piso”, “si el autobús no llega y te decides a caminar hasta la próxima parada, éste vendrá cuando estés a mitad de camino”, etc.
Definitivamente, Murphy dejó su huella en nuestra subcultura. Y le creímos. Y vivimos preparándonos para el examen sorpresa de Dios, o para el ataque sorpresivo del mal. Andamos erizados.
A todo esto, sé que uno no vive la vida como una larga siesta soleada; hay gentes, relojes, horarios y cosas que hacer que acompañan nuestros días. Pero hay tiempos de relax y descanso que más que permitidos son obsequiados por Dios para nosotros. Cuántos de esos tiempos se nos habrán perdido por nuestro “preparémonos para lo peor”?
David escribió: “en paz me acostaré y así dormiré, porque sólo tú me haces vivir confiado”, y varias veces la Biblia habla de los que confiamos en Dios, de los beneficios, de lo bueno de confiar en Dios, de descansar, de dormir confiados! Creo que por ahí pasa gran parte de esto; tal vez hemos creído que Dios es un padre- profesor, listo para ponernos a prueba en el momento menos pensado y de maneras duras, o bien que Dios es alguien que no tolera que nos relajemos y descansemos, y que si lo hacemos, nos dejará a merced del diablo, desprotegidos. Tal vez creemos que no merecemos un padre bueno, que no merecemos ser cuidados y protegidos.
Pero los “tal vez” se quedan atrás cuando vemos lo concreto. Y lo concreto es que podemos descansar, podemos confiar. Podemos disfrutar momentos de calma. Podemos decirlo, podemos sonreír alguna vez en vez de llorar cuando cantamos “yo te agradezco todo lo que hiciste, todo lo que haces, todo lo que harás”. Podemos agradecer en voz alta. Y así como hemos declarado batallas y guerras, podemos declarar paz. Paz en nuestra vida. Paz en los nuestros, paz en la casa. No es pecado. No es liviandad, no es falta de crecimiento, todo lo contrario. Es relacionarse más íntimamente con Dios. Es el corazón una vez más.
Hemos estado tensos, preparados para el ataque, la prueba, la salida de emergencia y nos hemos perdido disfrutar la paz que Él nos ha dado. No hemos valorado lo que ya tenemos, que es lo que casi todos buscan de una u otra manera: la paz, la seguridad.
En estos días, me animo y te animo a disfrutar más de la gente y los momentos que Dios nos regala, y a sonreír y reír sin miedo de una vez. Qué tal si dejamos a Murphy de lado un poco?
Será la música de Kirk que me hace escribir estas cosas…? Ja. Un abrazo, hasta pronto.
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