PERMISOS
Cuando hace mucho calor (o mucho frío) uno se incomoda. A veces esa incomodidad física o ambiental hace que el todo se incomode, y repercute o se delaya en la cabeza y el corazón. Observé que este efecto se acentúa cuando estamos "low battery" -posteé algo sobre eso hace tiempo-, cuando estamos con las defensas del alma bajas. Y surgen las ganas de un abrazo, o de una mirada, o de algunas palabras que lleguen a atravesar todo y produzcan algo. Las ganas de algo o de alguien.
No obstante, creo y sostengo que lo que das regresa. Y si en la vida diste abrazos, miradas, palabras o silencios necesarios, eso volverá a ti en el momento que necesitas o esperas. A veces no como piensas o crees, pero vuelve.
Y a veces uno no está preparado para recibir el amor que regresa. Claro, como dice un amigo, uno con los años se va acorazando. Te preparas para lo peor, buscas el plan B y el C por las dudas, por si acaso. Uno levanta una trinchera. Uno se esconde y espía cuidadosamente antes de abrir los brazos y el corazón.
Pero hace bien al alma abrir las ventanas, dejarnos invadir un poco, dejarnos abrazar. Sonreír porque sí. Mirar a los ojos del otro. Decir "te quiero", decir "me importas". Abrazar al otro cuando tengo ganas. Darle permiso al amor real, que no suele venir en envases cinematográficos. Demostrarle el amor a los tuyos, a los que siempre, con todo y fallas -porque son humanos normales como nosotros- estuvieron a tu lado. No guardarnos las lágrimas. No guardarnos las risas.
Amar. Dar sin pensar. Sin prever.
Esto es parte de "cuidar el corazón", porque tiene que ver con lo bueno, lo que hace bien.
Te invito a darnos permiso para abrir de par en par las ventanas del corazón al menos un rato. Y asomarnos a la vida, y dar. Y dejarnos abrazar, amar, sorprender. Sin hacerle caso al calor o al frío. Venciendo los temores. Tomando riesgos.
Este año tiene que ser diferente. Este año será bueno.
