LA LLAVE, LA LLUVIA, LA RESPUESTA
Hace unos días re- aprendí algo importante con un hecho simple.
Era temprano, llovía y estaba sola en la casa. Cuando pronostican lluvia tenemos que poner protección en la ventana trasera para que el agua no le dé de lleno, ya que filtra rápidamente. Para esto hay que cruzar el patio, ir al "galponcito" o cuartito de trastos del fondo, traer el plástico protector y colocarlo.
Esta vez me desperté y ya llovía fuertemente, de inmediato busqué las llaves de la puerta trasera (para abrir, empaparme cruzando el patio y traer la protección para la ventana). Puse la llave, traté de dar la vuelta y zas! la llave no abría.
Ahí parpadeé tratando de abrir más los ojos. De una mirada veloz me di cuenta que ya estaba entrando agua por la ventana, tenía que abrir esa puerta como sea. Probé un par de veces más y nada. Miré al techo y le dije a Dios textuales palabras: "BUENO, ESTAMOS VOS Y YO SOLOS, SI NO ME AYUDAS NO PUEDO". Dicho esto rápidamente intenté de nuevo hacer girar la llave en la cerradura, cosa que NO sucedió. Se me desorbitaron los ojos, no podía creer que Dios no me estaba ayudando! me enojé un poco y seguí forcejeando con la llave unas cuantas veces más. Nada. Finalmente mientras seguía lloviendo, miré de nuevo al techo y dije: "BUENO, G R A C I A S (como diciendo "gracias por nada")". Me enojé y pensé: "bueno, dejo todo así y que entre el agua por la ventana, que se moje todo..." y al darme vuelta para irme de la habitación veo detrás de mí el protector de la ventana (el mismo que tenía que ir a buscar afuera...).
De modo que ahí además de avergonzarme un poco y quedarme callada otro poco, me di cuenta que si hubiese podido abrir la puerta (si Dios hubiese respondido mi oración como yo esperaba), me hubiese empapado completamente y hubiese revuelto todo buscando algo que en realidad siempre estuvo detrás de mí. O sea: a veces buscamos la respuesta de Dios según nuestros planes, según el plan "estándar", pero Él sabe lo que es mejor y a veces no nos responde como esperamos, pero nos responde de la mejor manera. A veces no según lo preestablecido, pero siempre la respuesta de Dios viene con un fin mejor y nos permite crecer.
Y te aseguro, las verdades que fortalecen las raíces de nuestra vida, las verdades que aprendemos y podremos sembrar en nuestros hijos y en quienes nos rodean, a veces no se encuentran en los super-mega congresos o en la pila de dvds de ministerios superfamosos, sino en lo la intimidad de la relación con Dios, en las vivencias compartidas con nuestra gente, en lo cotidiano, en las "pequeñas cosas". El quid de la cuestión es tener el corazón atento a la manera en que Él quiere enseñarnos y respondernos. Estoy segura que será lo mejor para nosotros siempre.
Sólo eso... un abrazo,
